La oscuridad de la noche se iba haciendo cada vez más intensa, y ya costaba incluso ver por donde se iban posando los pies. Los sonidos del bosque siempre son aterradores cuando vamos con miedo, pero eso no era lo que le pasaba a Marta, Pedro y María.
Eran tantas las veces que habían salido por el lugar que hasta con los ojos cerrados podían llegar a su destino sin tropezar. De repente, pudieron ver cómo una luz, quizás de una linterna, se acercaba a ellos por los árboles de la derecha. Era una luz brillante, pero de un color anaranjado poco común en las linternas.
Preguntaron en voz alta:
- ¿Necesita ayuda?
Pero nadie respondía…
Volvieron a realizar la pregunta de nuevo, pero por contestación, obtuvieron el silencio absoluto. Eso empezó a escamarles, pero lo cierto es que por la zona nunca se había conocido ningún problema, por lo que siguieron su camino en una mezcla de tranquilidad y prisa que los llevó a acelerar el paso.
Al poco, su confianza se fue transformando en miedo, ya que la luz les perseguía y siempre se encontraba a la misma distancia incluso cuando aumentaban el paso. Una de las cosas que más miedo les daba es que esa luz no hacía nada de ruido, es como si fuese volando… No se oían pisadas.
Finalmente, empezaron a correr como alma que lleva el diablo pero María tropezó y cayó con fuerza al suelo. Pedro y Marta no se dieron cuenta hasta que se encontraban varios metros más adelante.
Al momento se volvieron y pudieron ver que la luz se había detenido… ¡¡¡Estaba con María!!! Raudos corrieron hacia el lugar, pero no encontraron nada.
Al día siguiente, todos los vecinos del lugar empezaron a buscarla, pero no hubo manera… María se había esfumado y no había dejado rastro alguno.