No sabía a dónde más ir, había probado todos los lugares capaces de protegerme de aquel tormento. Una fractura expuesta en el pulgar derecho y los ojos dañados por ácidos corrosivos, producto de la guerra que no cesaba en el tiempo, que me mantenía en un péndulo constante de aferramiento.
La gente ya no era confiable; si te dormías por las noches a la mañana siguiente despertabas sin tus piernas o al menos sin gran parte de ellas; eran capaces de drogarte y comerte bestialmente para saciar el hambre.
De los niños ni hablar, los más pequeños no eran más que utilidades sociales; sus huesos pequeños permitían formar poderosas armas imperceptibles como cuchillos, flechas y arcos, todo lo inimaginable en tiempos remotos.
Cuando el sol aparecía en el horizonte era momento de despertar, ni más ni menos. Las iglesias solían ser el refugio de los religiosos católicos, los ateos y protestantes no teníamos cabida en el y aunque mintiéramos el olfato de los fanáticos te descubrían en un segundo. Eras la cena de aquella noche, lo se, porque estuve ahí, y es motivo de la fractura en mi pulgar.
Los orfanatos estaban vacíos, todos los niños fueron utilizados como armamento y alimento, las niñas sin embargo fueron vendidas a los clérigos y sacerdotes para servirles como amantes. Todo era permitido en esta nueva época, la que llamábamos El fin del Mundo.
El orfanato Belén era un amplio campo de verdosa vegetación, solía ser el orfanato de los ricos, niños abandonados por familias acaudaladas que pagaban mensualmente una cuantiosa cuota y que ahora no era más que un campo sin almas en pena.
Mi pulgar ya no tenia remedio y una asquerosa y fétida capa negra comenzó a absorberlo, si no lo arreglaba, acabaría por destruirme. Con un cuchillo oxidado me arranque la mano, puse el muño en sal y de un pequeño botiquín utilice lo necesario para curarme. Una vez terminada mi curación, quite lo que se estaba pudriendo de la mano y la comí. Fui un caníbal como cualquier otro, parecía una enfermedad maloliente creciendo en esta nueva sociedad.
Reposando de aquella aberrante acción divise a lo lejos una figura pequeña esconderse entre arbustos, luego otra y otra y, mas aun, en las lejanías una tenue luz artificial. Intranquilo por lo que pudiera ser (o quienes pudieran ser), tome un trozo de vidrio y me encamine hacia la luz tal cual una mariposa nocturna, pero una de las pequeñas figuras se abalanzo contra mí.
—¡Está despertando, esta despertando!
—No grites que alguien mas te puede oír, apuntale a la cabeza y no dejes de hacerlo
Las imágenes eran difusas, solo veía un anaranjado color mezclado con negro moviéndose con ímpetu, como si estuviera dando miles de vueltas en posición vertical, voces pequeñas y suaves conjugadas con sonidos mas rústicos y poderosos, nada parecía tener sentido.
—Lánzale agua, ¡que despierte, que despierte!
—Comámoslo de una vez, es un adulto nos utilizara como armas
—¿Pero y si vino a ayudarnos?
Un balde de agua fría me despertó de golpe, sin embargo mi cuerpo no respondía lo suficiente para defenderme de lo que pudieran hacer, ni siquiera sentía lo que mi cuerpo contenía.
—Yo… Mi nombre es Damián
—Pues si, un gusto. Eres adulto, no debes estar aquí
—Tú... tú también lo eres —Dije. Salpicando sangre al hablar y amarrado de pies y manos me quede en silencio un instante, formulando de apoco en mi boca las palabras necesarias — Necesito un refugio, todo esta muy loco allá afuera— Murmure pudiendo reconocer un par de rostros pequeños.
—Y aquí dentro también. Todo esta muy loco y varios han llegado con el mismo cuento pero no caeremos de nuevo
—Por favor deben creerme, ¡Miren, Miren! Mi mano, no la tengo ¡Necesito su ayuda!
—Sabes… Damián, nosotros hace un par de meses recibimos a una mujer.
Le faltaba una pierna y era bastante fea, dijo que escapaba de allí afuera y necesitaba nuestra ayuda. Le dimos nuestras manos, la protegimos, la cuidamos ¿Y sabes que sucedió? Cuando despertamos se había comido al mas pequeño del grupo ¡TENIA SOLO 3 AÑOS! Lo llevo afuera con la excusa de pedirle su ayuda. ¡SOLO ENCONTRAMOS SU CABEZA, SIN OJOS, SIN NADA UN TROZO DE CREANEO CON PELOS Y MÚSCULO A MORDIDAS! Luego, un anciano. Lo mismo. Pero logramos atraparlo antes de que asesinara a mordidas por completo a uno de nosotros, míralo ahora, pobre niño, su piel se esta pudriendo, gangrena mi amigo, no durara demasiado. Después una mujer embarazada, la cuidamos hasta que tuvo al bebe. Pusimos en riesgo nuestras vidas por traerle lo necesario a aquel pequeño ¿Y que paso? Lo encontramos tirado medianamente comido en el patio al regresar y ella con los trozos del bebe aun en los labios. Ahora ¿Pides que te creamos?
—Solo por esta noche, me iré, lo juro
—El que duerme con niños despierta mojado, pero si con aquellos niños hay un adulto irritado el que duerme…
—Oh no no no no no ¡NO!
Mi boca fue tapada con trapos repletos de insectos y suciedad mohosa, los más pequeños se pusieron de espalda y cubrieron sus oídos, los mayores en cambio preparaban los utensilios que este demente joven pronto utilizaría en mí. Un cuchillo de afilada hoja me partió el abdomen en dos, pude ver mis entrañas salir, los intestinos caían como mierda al suelo. Un par de tijeras guardaron entre sus manillas mis testículos cercenados de un tirón, los restregó en mi cara, y me los unto en la boca hasta ahogarme. Lo último que vi fue mi mano, la que aun no era disuelta por mis jugos gástricos, botada en el suelo, abandonada en la humedad de la suciedad.
—Hay que irnos—Dijo mi hermana despertándonos a todos de golpe. — Los Zombies nos encontraron, nos rodean, ¡larguémonos de aquí!
Cogí mi arma y a punta de disparos nos hicimos con el auto, nos largamos de nuevo en búsqueda de otro destino, alejados de toda esa putrefacta realidad que sin embargo era mas agradable que el imaginar a humanos conscientes caníbales, capaces de atrocidades que solo en pesadillas se podrían imaginar.