Comienza la caceríaHasta ahora, diezmados como se encontraban, poco podían hacer los sobrevivientes contra los Demonios, cuyo poder había aumentado debido a la presencia de Morgoth. Los últimos guerreros de las 6 razas no eran rivales para estos poderosos y terribles eres, quienes además regeneraban sus rápidamente sus heridas a menos de que pudieran atacarlos con una abrumadora superioridad numérica, infringiendo a los demonios tal cantidad de heridas que no pudieran llegar a utilizar su regeneración. Los sobrevivientes eran perseguidos y exterminados, aguantaban a duras penas liderados por los hijos de sus antiguos líderes pero sobre todo por los hijos de Mirce y Manui.
Pero con la llegada del dios de lo salvaje, la fuerza de los combatientes quedaba revitalizada e, imbuida por su magia, los colmillos, armas y armaduras estaban reforzados con su fuerza. Aunque seguían en inferioridad numérica y de poder, ahora al menos podrían herirlos con sus ataques.
Mientras tanto el Dairu, el cazador de demonios, también inicio su caza de los mismos. Entre los aldeanos fueron surgiendo cuentos y fabulas que hablaban de aldeas y comunidades asediadas por los demonios que eran asediadas por la maldición de los demonios en las que aparecía un misterioso cazador que las liberaba. Incluso acabo con la amenaza de Lidja transformada en una criatura diferente, aunque se dice que lidja sobrevivió y se encuentra durmiendo.
Y así fue como poco apoco el Dairu y el dios de lo Salvaje fueron provocando a Morgoth. Harían ver al dios oscuro que ellos suponían una amenaza haciéndole salir de su guarida para enfrentarse a ellos en un todo o nada que decidiría la suerte de Azaran.
Y llego la noche en que Morgoth se alzó de nuevo de su abismo. Entonces Volk lanzo el aullido que todos sus hermanos estaban esperando, el de la llamada al enfrentamiento final. Al oírlo los últimos guerreros y guardianes junto al Dairu se unieron a Volk, preparados para lo que podría ser la última batalla. El aullido también contenía un desafío para Morgoth y sus huestes, quienes, furiosos se dirigieron hacia su fuente para terminar de una vez por todas con la última oposición que les impedía adueñarse de nuestro mundo.
Lidja tranformada en una titanide