La aparición de Morgoth Era una noche irreal. Las criaturas nocturnas no emitían sonido alguno y los guerreros se encontraban en alerta y resguardados en sus posiciones inundados por un atávico miedo que no lograban entender. Una noche clara y sin nubes, en la que la luz de la luna lo inundaba todo. Y bajo su fantasmagórico brillo, él llego.
Morgoth, un terrible demonio de dimensiones colosales. Grande como una montaña de terribles garras y colmillos, largas orejas como elfo y una forma humanoide que combinaba la fortaleza orca y enana en un solo cuerpo de cuya espalda crecían unas alas de murciélago. Este fue el ser horrible que llego a Azaran exudando un aura de atávica maldad, y a quien acompañaban huestes de guerreros conformados por sus hijos, los bestiales demonios.
Pero no fue una tierra sin oposición lo que encontró a su llegada. Al arribar a tierras de los Icarus se toparon con un muro de guerreros pertenecientes a las 6 razas liderados por el Icarus Palas, la magnífica loba Mirce y Manui, su pareja, el valeroso Lycan negro y rey de su raza por un frente y el líder de los orcos, umbras eran armados gracias a las maravillas tecnológicas del rey enano Brann y de los hechizos protectores de los elfos y su líder Arduel. Palas sabía que se enfrentaban a un poder superior pero debían desafiarlo, pues si no corrompería su tierra para siempre.
Morgoth , orgulloso se mofo de su oposición, ordenándoles que se retiraran pasando a servirle o se atuvieran a las consecuencias del terrible castigo que les depararía enfrentarse a él. Los guerreros se mantuvieron firmes a pesar de las amenazas, y así dio comienzo la amarga batalla.
Palas rey Icarus que murio en batalla